sábado, 22 de octubre de 2016

EDITO


Dejando hacer a mis recuerdos, busco el inicio de la chispa que arrancó mi pasión por el mundo del motor. Pero no consigo recordarlo. Recordar el instante exacto en que todo empezó a cobrar sentido para mí. Me adentro en mi memoria profunda para tratar de entender que me ha llevado a vivir con la pasión por la gasolina como bandera, porque no tengo otra, pero no soy capaz de ver cómo empezó todo. Tal vez nací con ello. Tal vez mi herencia genética venía predispuesta a esta adicción. Consigo alcanzar recuerdos de niñez muy temprana. Recuerdos nada nítidos de principios de los ochenta,… un slalom en un desierto polígono industrial de Plasencia, viendo cómo negociaba neumáticos un habilidoso piloto al volante de un Renault 5 Copa, o un motocross en el circuito del Cachón, con el sonido ensordecedor de los motores de dos tiempos de aquellas máquinas infernales, capaces de volar entre rampas imposibles. Cuando pienso en ello, me vuelve a hervir la sangre. Acompañaba a mi padre, que inmortalizaba el evento de turno para la prensa local. Cuando nos quedábamos solos, nos ponía a mi hermano y a mí, a turnos, sobre sus piernas para que condujéramos su Citroën GS azul cielo. Y aquello empeoraba. A pesar de que no le gustaba nada este mundo, tal vez porque veía mi mirada de “killer”, me llevaba a casi todo lo que olía a gasolina y que su profesión le obligaba, hasta que pude hacerlo yo solito. Lo que nunca ha faltado ha sido mi cámara de fotos haciéndome compañía.

Según han pasado los años, disfrutar de aquello que era diferente y excitante, se convirtió en el desenfreno de la pura velocidad. Como decía Hunter S. Thompson “Cuanto más rápido mejor, hasta que la excitación de la velocidad supere al miedo a morir”. Porqué al final, la velocidad es la culpable. Segrega endorfinas en tu cerebro, cómo las sustancias prohibidas. Sobrealimenta a tu corazón, y consigue hacer que adelante a la masa gris, transformándose en pura PASIÓN. No me olvido tampoco de la belleza de la máquina y viene a mi mente el Manifiesto Futurista de Filippo Tommaso Marinetti, que afirmaba que “un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo, un automóvil rugiente que parece que corre sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia”. No le faltaba razón.

Hace ya cinco años que el mundo del Blog entró en mi vida. Siempre dedicado a las dos ruedas. Aun hoy continúo alimentando una web de motos y lo seguiré haciendo. Pero seguía sin conseguir saciar mis ganas de escribir y contar historias. Porque limitar a las dos ruedas mi pasión, me resulta injusto. Más cuando la esencia de mi adicción proviene del automovilismo. La primera revista que compré con mi “paga” fue un Automóvil, en Agosto de 1987. Yo tenía once añitos. Olvídate de Internet, por aquel entonces, si querías saber algo, tenías que ir al quiosco. No había más. En 1988 llegó a mis manos el primer Motociclismo y cómo la pubertad con las hormonas, mi adicción a la moto, me explotó entre las manos. Me apasionan todos artefactos movidos por un motor de explosión. Los eléctricos empiezan también a hacerme “tilín”. La prensa del motor siempre me ha acompañado. Y un día te das cuenta que tienes cosas que contar y que mostrar. Y empiezas a escribir, y otro día comprendes que lo que más te apetece mostrar es lo más cercano a ti. Por eso nace NEXMOTOR.

Y no sólo voy a mostrar las competiciones a las que asista en nuestra tierra, el Norte de Extremadura, quiero compartir mucho más. Porque no sólo de velocidad vivimos y porque el mundo del motor es increíble fuera de nuestra tierra. Pero prefiero no contarte más, prefiero que lo vayas descubriendo. Espero que tu visita a mi humilde rincón en el Internet, te resulte al menos entretenida, con eso me daré por satisfecho. Bienvenido a NEXMOTOR.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu participación